sábado, 27 de diciembre de 2008

VACACIONES CON LA HACHONA

Estimados lectores; para estar a tono con el espíritu lúdico de estos tiempos, por dos semanas dejaré en paz las teclas y agarraré a la “hachona” para hacer leñita para mi chimenea. Nos leemos de nuevo el 10 de enero. ¡Salud!

Alejandro Dávila.

Con todo respeto

Esther Quintana Salinas

Estimadísimo conciudadano: Le he estado dando vueltas a este escrito con el que pretendo dirigirme nada más y nada menos que a cada uno de los coahuilenses que estarán por los próximos tres años, si mi Dios no tiene previsto algo diferente, siendo mis mandantes, de tal suerte que no se trata de cualquier destinatario.

Empezaré por decirle que por muchos años acaricié la idea de convertirme en su representante, y tuvieron que pasar muchas lunas para que el sueño se convirtiera en realidad. Tuve el privilegio, porque no hay otra forma de llamarlo, de ser propuesta por mi partido a una curul de representación proporcional, y gracias a la votación que los coahuilenses le dieron a Acción Nacional el 19 de octubre pasado, el próximo 1 de enero estaré en el Congreso local iniciando una tarea que espero en Dios, sepa cumplir a cabalidad.

El grupo parlamentario al que pertenezco, no tiene la mayoría, cabe subrayar que nunca la hemos tenido, sin embargo eso no nos arredra, y utilizo el plural, porque es un sentimiento que compartimos las siete personas que lo conformamos. Sabemos que la mayoría priista actuará como siempre lo ha hecho: aplastante. Pero esa no será la explicación, ni mucho menos la justificación, para que nuestra fracción se quede de brazos cruzados, viendo pasar las cosas.

Sabemos también, porque solo un necio no lo reconocería, que el electorado no siente cercano al PAN, ni en su realidad circundante, ni en la solución de la problemática que existe en esa realidad, porque no hemos sabido llegar en la forma que ellos estimaron sucedería. Esta es una verdad igual de contundente que la de un PRI más crecido y corrupto que nunca, imperando en Coahuila.

De modo que el reto que tenemos por delante, como usted comprenderá, generoso leyente, no es cualquier cosa. La desproporción es abismal, pero es eso precisamente lo que vuelve fascinante el desafío.

Yo he declarado en un sinnúmero de ocasiones mi opinión en contra de la actuación de los legisladores. Comparto plenamente el rechazo que la ciudadanía les manifiesta cuando se le pregunta al respecto, sobre todo lo relativo a su falta de compromiso con la responsabilidad conferida y la pobrísima sensibilidad de que hacen gala, sin experimentar ni el más mínimo sonrojo.

Ahora voy a tener que demostrarme y demostrar – y más me vale – que si se puede servir con honorabilidad a los representados, que no obra metamorfosis alguna al acceder al cargo, salvo la que se invente en la propia oquedad de su tapanco.

Estoy bien clara que los diputados de representación proporcional son más rechazados que los de mayoría, porque la ciudadanía dice: “es que a esos ni siquiera los elegí ¿por qué tengo que aguantarlos también?”. De ninguna manera me voy a poner en este vínculo de comunicación a dar clases de Derecho Constitucional para explicar la existencia de estos representantes, lo que si quiero apuntar, estimado lector, es que quiero ganarme la representación.

No soy mujer de agenda inamovible, ni de poses de diva. Entre las cosas que me revuelven los dentros, están los servidores públicos que atienden a quienes reciben – si es que los reciben – como si les estuvieran haciendo un favor; que prometen lo que no tienen intención de cumplir y que se aprovechen de las necesidades y/o la ignorancia de quienes las padecen y sobre esa mezquindad apuntalan su permanencia en la nómina pública.

Tampoco me siento Juana de Arco, apreciado leyente. Estoy muy conciente de mis limitaciones, pero me sucede lo mismo con mis fortalezas. Sé que el puesto dura NADA MÁS TRES AÑOS y lo último que querría a estas alturas de mi vida es que al concluirlo, no pueda yo seguir llamando a las cosas como siempre, por su nombre, y tener que bajar la cabeza para no mirar a la personas a los ojos, de frente pues, como lo he hecho desde que tengo memoria.

Cierro este espacio deseándole lo mejor de lo mejor para este 2009, empezando por la salud. ¡Feliz Año!