lunes, 6 de abril de 2009

Y LA MATA SIGUE DANDO….

Mario Dávila Flores

La conclusión de la serie sobre la Nación Chichimeca sufrirá un retraso involuntario, debido a que los ladrones que visitaron mi casa el pasado viernes por la mañana, me afectaron en lo más profundo de mi cuantioso patrimonio, pues en ausencia de dinero, joyas y otras manifestaciones de riqueza, que no tengo, se llevaron en cambio algo muy valioso: mi lap top, en la que guardaba el último capítulo de la serie mencionada, y que previa revisión final, les estaría enviando hoy, pero ahora en su lugar abro este paréntesis para explicar la demora mencionada y denunciar el robo de que fui objeto.

Por suerte los malhechores no se fijaron o no les interesaron los carnets para los juegos de los “Saraperos”; esos no se los llevaron, haciendo menos gravosa la pérdida, que en este caso no fue tanto material, y aunque voy a extrañar mi Toshiba, más lo voy a hacer con los archivos que tenía en la computadora; todos mis artículos de la época en PALABRA, unos cuentos que recién había terminado, así como varias presentaciones sobre temas diversos que tenía preparadas.

Ahora extraño los tiempos aquellos en mi querida tía Licha Dávila,--a quien desde aquí la mando un fuerte abrazo-- que cuando vivió allá por la calle de Juárez frente al templo de San Francisco, solía dejar la puerta de entrada de su casa abierta todo el día, cerrándola sólo al caer la tarde, y sin que nunca tuviera de que lamentarse; esa época ya se nos fue, y hemos optado por subirnos al tren rápido del progreso con lo que ello implica: más satisfactores materiales, más obra pública, alguna necesaria, otra tal vez no tanto, pero hemos sacrificado nuestra tranquilidad, que es de mayor importancia.

Los cacos que nos atracaron, hicieron su trabajo en cuestión de minutos, lo que podríamos definir como un robo express, entre las diez y las once de la mañana, y con todo y lo que me duele la pérdida ya descrita, me queda sin embargo la satisfacción, de que el último uso que le di a mí computadora fue una búsqueda en Google relacionada con las biografías de dos de los más grandes escritores de los Estados Unidos del siglo pasado, me refiero a Wllliam Faulkner—premio Nobel de Literatura en 1949—y John Steinbeck, quien logró esta distinción en 1962, y cuya obra central “Las Viñas de la Ira” leí con avidez hace unos años.

Dicha indagación viene a cuento, por que por estos días me topé con un libro de relatos de Faulkner editado por Random House en pastas duras, con muy buen papel, y que adquirí a un precio de regalo en una librería de viejo que se encuentra al sur de la ciudad, durante una incursión que realicé hace años en compañía de mi buen amigo, don Antonio Malacara. Al comenzar a leer de nuevo los cuentos sobre el “deep south” de los Estados Unidos de este gran escritor, quise aprender más sobre él, y de ahí la consulta que hice recurriendo a la biblioteca universal de Internet.

Por el incidente relatado, a mis amigos y socios de nuestro blog un poco de paciencia para volver a retomar la parte que se quedó pendiente, y que en un descuido mis ladrones ya habrán leído antes que ustedes, pero así están las cosas, gracias a la pavorosa inseguridad que nos afecta a todos los habitantes de Saltillo, tan sólo en mi familia cercana, al menos el 25 por ciento de la misma ha sido robada en sus domicilios en los últimos meses.

Ahora comprendo que el blindaje que nos prometieran nuestros políticos hace unos años, efectivamente se cumplió, pero para beneficio de los delincuentes; ellos sí están blindados, y han sido si no protegidos, al menos tolerados, dejándolos operar las autoridades locales, ya sea por complicidad o por incapacidad, o tal vez por una combinación de ambas, el hecho es que ante tal situación, hemos llegado al extremo, de preferir que el ejército haga las funciones que le correspondería a nuestras policías.

Otra incongruencia que padecemos, es que a pesar de la gravedad del problema de inseguridad, se tiene un sub ejercicio presupuestal en la materia, debido a que los responsables estatales no han cumplido con los requisitos que marca la normatividad para acceder a dichos recursos, los que provienen en un 90 por ciento de la parte federal, y todo por no ponerse a arrastrar el lápiz, aunque pretextos nunca habrán de faltar para justificar tales omisiones.

Al mal paso darle prisa, y me encuentro ya en búsqueda de otra lap top, para lo que tendré que acudir a mi tarjeta de crédito; ni modo a endeudarme otra vez pagando los módicos interese de rigor, mientras tanto, sigue la mata dando…

Redondeo. Ricardo Rodríguez, nuevo lanzador de “Saraperos” ya comprendió que no es suficiente tirar la bola a 96 millas; para dominar a los bateadores hay que mover más la pelota y cambiar la velocidad, entre otras cosas.