viernes, 5 de junio de 2009

LA SENCILLEZ DE UN HOMBRE GRANDE

Mario Dávila Flores

En el centro de la pequeña población de Bentonville, en Arkansas, Sam Walton, el fundador de Wal –Mart la cadena de tiendas más importante del mundo, y el mayor empleador en México en el sector privado, comenzó su negocio en un pequeño local-en el cual solía dormir en la trastienda, pues no había dinero para contratar a un velador- vendiendo artículos de cinco y diez centavos, en lo que fue el inicio de la construcción de un gran imperio comercial.

“Trabajé aquí como mesera durante 21 años, antes de poder comprar el restaurante en 2005” dice Sherry Mendenhall, la orgullosa dueña del establecimiento denominado “Fred´s Hickory Inn”, ubicado en el número 1502 del N. Walton Blvb. Por mucho tiempo fue el único sitio a donde se podía ir a comer en el pequeño pueblo mencionado líneas arriba, y en cuyas mesas se cerraron numerosos negocios de Wal-Mart, mientras los empresarios saboreaban un jugoso “steak”, unas deliciosas costillitas, o un sándwich de brisket, con el clásico sabor de la cocina sureña.

Terri Nicum, quien trabajó en este lugar por 19 años, gusta narrar la historia según la cual, tenían en el cuarto de atrás unos cables para pasar corriente, ya que con cierta frecuencia, la vieja pick-up “Chevrolet” que condujo durante toda su vida el dueño del mayor imperio comercial del planeta-- pues se negó a deshacerse de ella-- se quedaba sin batería, y había que encenderla. Esa camioneta, se encuentra actualmente en exhibición en el centro para visitantes que la empresa ha levantado en esta pequeña población.

Los recuerdos de su dueña siguen fluyendo. “Había noches en que el lugar se encontraba repleto de vendedores de la empresa, en ese momento hacía su entrada Sam Walton y un silencio invadía el local. Era como si Elvis hubiera llegado. Sin embargo, Sam nunca quiso ser tratado diferente a los demás, él y Helen su esposa venían aquí muy seguido, y él siempre ordenó el pollo ahumado”.

La propietaria confiesa, que cuando era mesera, ella y otra compañera le preguntaron al fundador de Wal-Mart si era posible que ellas invirtieran 100 dólares en la compañía, lo que no fue posible, pues nunca lograron reunir tal cantidad, pese a ello, el empresario “nos siguió tratando igual, como si tuviéramos millones para invertir”. Ella dice que siempre agradecieron ese trato de su parte. “Siempre fueron personas muy privadas” y cuando su mujer cumplió 60 años, Sam Walton le organizó una fiesta sorpresa allí en el restaurante, pudiendo haberlo hecho en el recinto más lujoso y caro del mundo.

Hay muchas historias más que contar, y si las paredes de este sitio pudiesen hablar, qué sucesos no contarían, como aquella ocasión en la que los dueños de esta empresa recibieron a una numerosa delegación de chinos para cerrar un trato comercial. Agradezco a Jo y Cal Bain, excelentes amigos de nuestra familia, quienes además tienen un genuino amor por México, su gente y sus costumbres, el haberme hecho llegar la información que me permitió escribir estas líneas.

Si alguna moraleja tiene esta breve historia, es que los hombres verdaderamente grandes e importantes, son los más humildes y sencillos; sin perder pisada, ajenos a la ostentación y a la prepotencia, como es el caso de este empresario que desde abajo edificó el imperio comercial más fuerte del mundo, a quien se le atribuye entre otras cosas, haber influido con su política permanente de precios bajos, a mantener la inflación bajo control.

Por lo que a mí respecta, sólo deseo agregar un par de comentarios muy breves. El primero tiene que ver con una semejanza entre Sam Walton y su servidor: ambos nos aferramos a conservar nuestras respectivas camionetas, la de él, me dice el doctor Carl Bain una “Chevrolet”, la mía una “Ford” modelo 150, del año 1992, que justo cuando escribo esta pieza para mis amigos y el blog, está a punto de cumplir los 180 mil kilómetros de edad, y que a semejanza del Johnny Walker, sigue caminando, desafiando el tiempo, el kilometraje, y lo más difícil, las presiones para deshacerme de ella, las que hasta el presente he resistido.


El segundo comentario tiene que ver con el carácter útil que tiene para mí el ejemplo de la vida del fundador de Wal-Mart, al que confío no verme obligado a recurrir, pero si así fuera, ante la eventualidad de que algún petulante quisiera hacerme menos, ya tengo municiones para responderle, siendo éstas las muestras de sencillez de quien fuera uno de los hombres más acaudalados sobre la faz de la tierra, y a quien nuestro hipotético plutócrata de seguro que no le llegaría ni a los talones, ni en riqueza, ni en humildad.


Redondeo. “Gehring y Babe Ruth tuvieron una pésima relación durante seis años, sin dirigirse la palabra. El silencio se rompió cuando ambos se abrazaron y se hablaron en una ceremonia en el Yankee Stadium.