domingo, 11 de enero de 2009

Lashon Hará

Esther Quintana Salinas

En hebreo tienen una expresión para referirse a la acción de hablar mal o con intención torcida de cualquier persona, ya sea en su presencia o en su ausencia: Lashon Hará. El pecado de Lashon Hará equivale a una trasgresión similar al homicidio o al adulterio. Dios perdona todos los pecados menos el de hablar mal de las personas, puntualiza el rabino a su congregación.
La lengua puede convertirse en un instrumento de destrucción peor que cualquier arma, porque éstas solamente alcanzan a quienes están alrededor, pero aquella cuando se suelta tiene un radio de destrucción inimaginable, traspasa todas las fronteras del espacio y del tiempo.

Muchas de las actitudes oscuras que tenemos, particularmente las que se vinculan con habladurías y maledicencia, es decir las que se generan con el “mal hablar”, abrevan en una enorme carga de inferioridad y frustración interiores, producto del miedo de ser parte del anonimato.

De tal suerte que quien recurre a esta práctica tan deleznable, pareciera que es su manera de manifestar que existe, de llamar la atención para no perderse, según su juicio, en el colectivo del que es parte. Y justamente, a la larga, son el rechazo y la soledad los que lo acogen.

Mediten sus palabras, antes de abrir la boca, nos recomendaba nuestro maestro de Lógica, porque con ellas van a acercarse o a alejarse de su prójimo y si no saben controlar a la que las pronuncia, podrán ser su lápida y epitafio en el ámbito en el que se muevan.

Hoy día, está de moda, en programas de la farándula, hacer cera y pabilo con la vida de los artistas, y son de lo más exitosos y vistos, a cual más se engolosina con el Ventaneando de Paty Chapoy, por ejemplo. Pero bueno, pareciera que a los ventaneados les halaga que se columpien en sus procederes. Y está tan de moda el ejercicio que ha alcanzado presencia permanente en las pistas del quehacer público. Nomás lea usted columnas y notas de los diversos informativos y ponga vista y oído en la tele o en la radio.
Aquí en nuestra Coahuila, las principales se destinan a alabar y ponderar los aciertos permanentes de la administración del profesor y su hermano mayor y a tupirle con todo a la oposición, léase PAN y gobierno federal, es decir, pura Lashon Hará.
El resultado es que se está cayendo en una tediosa monotonía, que vuelve penosa la audición de comentarios con intención política y provoca que la crítica pertinente, puntual y justificada, pierda todo su valor. Esta manera de hacer noticia se pervierte en el día a día y en Coahuila se están volviendo consuetudinarias la descalificación y la injuria hacia todo y todos los que no coincidan con las políticas del gobierno de la gente.

Todo esto vicia la jerarquía de las estimaciones y la valorización equilibrada de las personas e instituciones, aunque ni por asomo lo consideren los asesores del gobierno moreirista y la cabeza atrás del trono. Pero hay todavía una consecuencia más esterilizante, hablar mal conduce al pesimismo profundo, porque se trata de un acto turbio, que va generando la sensación de que todo es un estercolero y de que nada, ni nadie vale la pena, ni es digno de estimación y respeto.

La población se desalienta y va cobrando fuerza una repulsa silenciosa, porque si todos son cretinos y sinvergüenzas ¿en quién se puede confiar? ¿con quién se puede contar? Repartir recursos, concesiones, empleos, favorecer con licitaciones a parientes y amigos, otorgar contratos, etc., etc., para comprar aliados y mantener los controles que hoy se estilan en la entidad, son fidelidades finitas y endebles, aunque hoy ni siquiera lo consideren así los señores Moreira.

Y en la oposición también tenemos que entender que practicar el Lashon Hará con alguno de los de casa, no nos está redituando beneficio alguno. Este tipo de señalamientos dice más de quien los vierte que de a quien van dirigidos; y lo que dice del emisor no es precisamente lo más edificante y publicable de sus virtudes, sino todo lo contrario. Debiéramos emular a Sócrates, si no pasa el triple filtro, es decir que sea cierto, bueno y útil, mejor cerrar la boca.