miércoles, 14 de enero de 2009

LOS COSTALITOS DE HARINA

Mario Dávila Flores

Iniciamos el año tal como finalizamos el anterior; agobiados por la crisis económica que nos ha golpeado ya de manera más frontal, amplificada por la resonancia que el fenómeno ha tenido en los medios de comunicación, los que se han encargado de difundir ampliamente las vicisitudes de la economía, logrando de paso sumir nuestras debilitadas defensas psicológicas en un estado de gran fragilidad; vivimos al parecer al borde de la catástrofe.

La crisis está presente de manera permanente en nuestras vidas, y todo lo miramos a través de ese opaco y ominoso cristal, sin embargo, creo que hemos pasado por otras peores, aunque quizás en tiempos pretéritos éramos más fuertes espiritualmente, y sin dejar de angustiarnos, hacíamos lo posible por superar los tropiezos económicos, con mayor entereza que ahora. ¿A qué se deberá esta actitud? ¿Acaso esta generación, al haberse acostumbrado a la abundancia relativa, es menos fuerte ante la adversidad?

Lo que si podemos comprobar es que por fortuna, y visto en un contexto más amplio, nuestra generación disfruta de un mayor acceso a los satisfactores materiales; teniendo como indicadores de ello, entre otras cosas, la disponibilidad de más automóviles, aunque algunos de ellos sean los llamados “chocolates”, lo mismo se puede decir de la ropa, la cual se puede conseguir en muchos mercados, en un rango que va desde la de marca adquirida en modernos centros comerciales, hasta la de segunda, que se puede comprar en las numerosas pulgas que hay en la ciudad.

Y que decir de la comida, ahora que hemos superado el fantasma de la hambruna, pues mal que bien, los mexicanos por fortuna tenemos una tortilla o un pan en nuestra mesa, sin embargo, en estos tiempos, el problema es otro, ya que buena parte de nuestra población, incluidos los niños, padece el azote de la obesidad, ante nuestra incapacidad para llevar una dieta sana y balanceada, lo que conduce a su vez, a graves y crecientes problemas de salud.

Pero la abundancia relativa de bienes materiales no siempre prevaleció entre los saltillenses, los que en el pasado sufrieron en carne propia el aguijón de la escasez, la cual se hizo presente en una serie de carencias y limitaciones de todo tipo, en especial en coyunturas como la Revolución Mexicana y la Segunda Guerra Mundial, episodios que si bien, sirvieron para que algunos políticos y empresarios se hicieran de grandes fortunas, el hecho es que la mayoría de la gente vivía con el cinturón bien apretado.

Un ejemplo de cómo se las arreglaba la gente de antes, y en especial nuestras mujeres, pues eran ellas las que hacían rendir el poco dinero que había, fue el ingenio que las condujo a utilizar al máximo, como buenas economistas, los limitados recursos existentes. En este sentido, hay un objeto que en particular, en mi opinión, sintetiza toda esta situación, me refiero a los costalitos de harina de trigo que durante una época fueron todo un símbolo de Saltillo, y que en las diestras manos de las amas de casa saltillenses adquirieron varias formas, para usos diversos.

Así tenemos desde la ropa interior, como calzoncillos y camisetas que traían impreso el inconfundible ave mitológica que renacía de sus cenizas: me refiero al Ave “Fénix”, que era la marca de una harina de trigo que se elaboraba en uno de los molinos que existieron en la ciudad, y de los cuáles quizá algunos todavía funcionan.

Sin embargo eso no era todo, las mujeres de antaño, se daban sus habilidades para confeccionar además, a partir de aquellos famosos costalitos, productos como servilletas, manteles, faldas, blusas, y hasta carpas de campaña, como lo refiere don Eustolio Valdés, en el libro de anécdotas recién publicado por su familia, y que se disfruta de principio a fin. Con todo esto, no quiero decir, que la imaginación de las señoras de antaño, se restringiera a dicha materia prima, sólo lo refiero a manera de ejemplo para superar la adversidad en épocas pasadas, y lo mucho que hemos avanzado en lo que a satisfactores materiales se refiere.

Quiero finalizar con un par de puntos: primero, que la disponibilidad de más objetos no tiene ningún efecto sobre la felicidad del hombre, incluso, pudiera hacerla más difícil de alcanzar, y segundo, que esto de las crisis, es algo recurrente; van y vienen, y el progreso sigue adelante, en este caso, sin embargo, reconozco, que hay que agarrarnos con fuerza al mástil, porque el vendaval se avizora violento para los próximos meses.

Redondeo. Fallecieron hace días, Eusebio “Silverio” Pérez y Claudio “Sordo” Solano; el primero lanzador zurdo cubano, quien militara en equipos como “Leones” de Yucatán y “Tigres” de México, y el segundo un recio cañonero que vistió, entre otras, la franela de los “Tuneros “ de San Luis, habiendo actuado después como ampayer.