domingo, 7 de junio de 2009

La validez de la nulidad

María Isabel Reyna
Desde los tiempos en que publicaba mis artículos en PALABRA., no tenía tanta retroalimentación a un comentario como al pasado “Ciudadanos inconformes uníos”. Los comentarios llegaron a mi correo o a mi teléfono. Ninguno en contra. Y no es que yo sea un preclaro líder de opinión con arrasador poder de convencimiento. Lo que pasa es que el tema VOTO EN BLANCO está cada día más en la boca de todos.
Quien tuvo la iniciativa de proponer anular el voto ha logrado hacer de unas elecciones intermedias (en el caso de Coahuila) a las que tradicionalmente nadie responde, en un alud de movimiento ciudadano en el que todos queremos expresar nuestra decepción y hartazgo de la sinvergüenza de los políticos que dicen representarnos mientras viven de nuestro dinero.
Desde que una regidora de quien no me interesa recordar su nombre renunció a su puesto para tomar posesión como suplente de Hilda Flores y ¡¡¡renunciar 20 minutos después!!!, para poder brincar al siguiente puesto público, sentí que las cosas no podían empeorar más. Para completar el cuadro, los candidatos por mi distrito están para llorar. Del doctor Héctor Franco, quien se dice ecologista me ocupé la semana pasada. Pero lo recuerdo hoy más que nunca cuando se está cumpliendo un año del día del árbol, cuando varios vecinos nos reunimos para sembrar arbolitos en el arroyo el charquillo que hoy están sepultados bajo toneladas de escombro que han seguido depositando en el lugar. El otro doctor, Jorge Rosales del PAN no se ha visto su campaña para nada. Eloy Dewey ex funcionario del ICAI con cierta credibilidad, es ahora candidato del PRD lo cual no me inspira mucha confianza, y la peor de todas es la señora Leticia de León cuyos seguidores hicieron llegar a mi casa un fino calendario que trae la sonriente cara de Andrés Manuel López Obrador. Estoy considerando la posibilidad de demandar a mi asesora en Feng Shui que me ayuda a alejar de mi casa los malos espíritus. Sus “curas” están resultando contraproducentes…
Como dice la canción. “por esto y muchas cosas más….” Cada día me convenzo más de la calidez de la nulidad del voto. La campaña VOTO EN BLANCO no se refiere a dejar en blanco la boleta lo que puede favorecer a quien se apropie de ellos, sino a acudir a votar VESTIDOS de blanco, pero ANULANDO la boleta. Para esto, hay muchas sugerencias: hacer un círculo grande que abarque toda la boleta y cruzarlo por completo, sustraer la boleta de la casilla y pegarla en nuestro auto (lo cual no estoy segura de que no constituya un delito electoral), expresar el coraje con mensajes dirigidos a los políticos corruptos, hasta una que me parece la más útil de todas que plantea Sergio Aguayo. Los votos nulos no tienen ninguna trascendencia y no podemos acceder a ellos. Solo podremos saber el número en los resultados de cada casilla. Sin embargo, si votamos por una candidata ficticia, llamada ESPERANZA MARCHITA es posible acudir al IFE después de las elecciones y saber cuántas personas votaron en ese sentido. Esto da pie al fundamento de este comentario.
Muchos han dicho en estos días que anular el voto no sirve de nada. No estoy de acuerdo. Pero podemos hacer algo más que demostrar nuestra decepción si después de las elecciones nos enteramos y nos comprometemos en un proceso que nos ayude a cambiar lo que no nos gusta: los subsidios millonarios a los partidos, la cantidad de diputados plurinominales, la impunidad y cinismo de algunos legisladores, etc. Este proceso requiere tiempo, pero si no empezamos desde ahora, en las próximas elecciones estaremos en las mismas condiciones en las que estamos ahora. Démosle validez a la nulidad.