viernes, 10 de julio de 2009

ATRACO 3

Mario Dávila Flores
Continuando con el desarrollo del atraco a mi domicilio así como a los de los vecinos, a más de una semana de interpuesta la denuncia por robo, no he recibido notificación de que alguien le esté dando seguimiento al asunto, pero en mis desplazamientos a las oficinas del ministerio público, allá por la salida a Torreón, noté algo que me pareció interesante, ignorando si se trata de una simple casualidad, y sin dejar de tener su contenido irónico.

Se trata de que muy cerca de dichas oficinas se encuentra un negocio nuevo, dedicado al empeño de objetos, lo que es sintomático por su ubicación, dando lugar a que los mal pensados se imaginen lo peor, en lo referente a la complicidad entre maleantes y policías, sentimiento que priva al menos entre mis vecinos, sin que nada ni nadie les haga cambiar de parecer; como dice el dicho, crea fama y….

El domingo pasado el periódico “Vanguardia” en la primera plan de su sección local, publicó en un amplio espacio, la entrevista con algunos de los vecinos del sector donde vivimos en esta devastada colonia Latinoamericana, la cual fue barrida literalmente por los ladrones en los últimos meses, ante la pasividad e indolencia de la policía local; ya nada más falta que le echen la culpa a la Federación de estos atracos, para estar a tono con la moda imperante, y es que como bien señalara don Teofilito, desde que se inventaron las excusas, se acabaron los pendejos.

Ese mismo día, quizás como respuesta a la nota periodística, los vecinos advertimos la presencia—por fin—de patrullas que hacían rondines por las calles del sector, acudiendo a mi memoria las palabras de un empleado del ministerio público, que me dijo que sólo cuando sale algo en los medio de comunicación reaccionan las autoridades, no puedo asegurar la existencia de una correlación estadística entre las dos variables, pero….

El lunes, para variar, fue un día sin sobresaltos, fuera de las noticias que daban cuenta de los robos del fin de semana; unos en la calle de Puerto Rico, y sufrido por la familia de un médico en la calle de Montevideo. El martes acuden a nuestros domicilios unos elementos de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, bajo el mando del capitán Emilio Martínez, quien se identificó como militar de carrera. Está bien que se militarice la policía, pero antes hay que dar de baja a los malos elementos.


Los oficiales nos indican que ahora sí van a patrullar las calles, y para ello nos proporcionan unos números telefónicos en caso de una emergencia. Por otra parte, entre los vecinos de la cuadra, nos distribuimos unas hojas con nuestros teléfonos para ayudarnos, mientras nos acostumbramos a la vida bajo el imperio de las alarmas, una situación inédita en un Saltillo que ya se nos fue de las manos, a pesar de la empalagosa publicidad que pretende colocarnos por encima de las grandes ciudades del mundo. .

Debo reconocer, que al menos durante estos últimos días, se han mantenido los patrullajes en la colonia, despareciendo como por arte de magia los contingentes de franeleros, lavacoches, y todo tipo de individuos que se la pasaban tocando los timbres de las casas, unos ofreciendo sus servicios de buena fe, otros acechando y estudiando los movimientos de los moradores para actuar en el momento oportuno.
Pese a la presencia policial, no debemos bajar la guardia, lo que sería un grave error, después de haber sido testigos en carne propia de la gran inseguridad que padecemos, la que hace que hasta añoremos la presencia del célebre y legendario Santana Jiménez, quien solía arrancar las confesiones de los detenidos con procedimientos no precisamente muy científicos que digamos, pero que muchas veces resultaron efectivos; claro que entonces Saltillo era una ciudad pequeña, y no existía la Comisión de los Derechos Humanos.

Que bien que ahora tengamos vigilancia y protección, pero que mal, que la hayamos logrado con la ayuda de los medios de comunicación, siendo que la seguridad es una función irrenunciable de las autoridades.

Redondeo. Después de vencer los escollos que pretendieron eliminarlos en la mesa, con políticas oscuras, los “Saraperitos” sucumbieron con la frente en alto ante la novena de Mexicali, en un buen juego celebrado en el parque “Acero” de Monterrey.