sábado, 1 de agosto de 2009

ADAM SMITH Y LAS PALETAS MIMí

Mario Dávila Flores
Cuando nos sentamos a la mesa, si es en la mañana para desayunar, tenemos a nuestro alcance un sabroso pedazo de pan, una humeante taza de café, o un plato de cereal. Si vamos a un restaurante en estos días de calor, podemos combatir la sed con un tarro de cerveza bien helada, acompañada de un jugoso trozo de carne. El acceso a estos alimentos, es un producto de la división social del trabajo, ese gran invento de la humanidad que fue ampliamente ponderado y documentado por el genial Adam Smith.

Considerado el padre de la ciencia económica moderna, este insigne escocés, se preguntaba de manera retórica, si acaso el panadero, el carnicero y el cervecero eran seres extraordinariamente generosos, pues proporcionaban a sus semejantes bienes valiosos. Pero pronto el mismo Smith nos ofrece la respuesta, al señalar que no es la generosidad de estos individuos la que explica su conducta, sino más bien su egoísmo, expresado en la búsqueda de la ganancia, a través de la actividad económica.

La ideas anteriores han quedado plasmadas de forma memorable en la obra cumbre de este científico social, que lleva por nombre abreviado “La Riqueza de las Naciones” y que muestra de manera admirable el funcionamiento de la economía de mercado con estos ejemplos tan didácticos y amenos. Los agentes económicos, ya sean comerciantes, industriales, banqueros, profesionistas, maestros, cuando desarrollan la actividad propia de su profesión u oficio, buscan ante todo un beneficio monetario, pero en la búsqueda de ese objetivo, sin proponérselo de manera explícita, proveen de bienes y servicios a sus semejantes, haciendo posible la vida social.

Partiendo de estas ideas de Smith, es posible explicarnos el comportamiento del hombre político, aquel que en vez de tener como meta el beneficio económico, busca antes que nada el poder público, siendo siempre su objetivo el ascender hacia puestos cada vez más elevados. ¿Está su búsqueda motivada por un profundo amor a la humanidad? ¿Es el político un ser que sacrifica sus familia, descanso, tranquilidad, con la única idea de ayudar al prójimo?

Quizás en el discurso así sea, pero ello no significa que sea verdad, más bien, así como el panadero sacrifica el sueño madrugando antes del alba para encender los hornos y amasar la harina, así nuestro hombre público se acuesta tarde, e inicia su jornada con los primeros rayos del sol, pero eso lo hace porque pretende conquistar el poder, y si ya lo tiene, quiere más, en una espiral ascendente que parece no tener fin.

Y volvemos a la división del trabajo; así como existen santos varones y monjas entregadas al servicio divino, también tenemos criminales y prostitutas que venden sus cuerpos al mejor postor, en esa misma lógica, hay quienes se dedican a los negocios, y otros cuyo negocio es la política; así es la vida en la sociedad moderna.

En el caso del político, es perfectamente legítimo y no es criticable, que busque
ascender mediante una trayectoria de trabajo, realizando obras materiales espectaculares como presas, hospitales, puentes, escuelas, universidades, pero además, preocupándose de manera genuina por garantizar a los gobernados servicios fundamentales como lo son la seguridad, la salud y la educación, compromisos a los que no puede ni debe renunciar el estado.

Lo anterior está muy bien, y sería el medio legítimo para avanzar en el escalafón, siempre y cuando su gestión se apegue a las normas jurídicas, y al manejo honrado y eficiente de la hacienda pública, ya que en caso de no hacerlo, su trayectoria quedaría manchada por actos indebidos, que tarde o temprano serían expuestos ante la sociedad, dando al traste con su hasta entonces meteórica carrera. Hace mucho tiempo que Adam Smith ya no está físicamente con nosotros, pero su obra sigue conservando una admirable vigencia.
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Conservo el recuerdo, cuando de niño, y de la mano de mi madre, acudía al consultorio del doctor Carlos Avilés por la calle de Hidalgo, unos pasos al norte de donde se encuentra el Centro Cultural Vito Alessio Robles. Al final de la consulta, aquel excepcional galeno, nos regalaba una deliciosa paleta “Mimí”, para olvidar el pinchazo que nos había provocado el derrame de algunas lágrimas.

Aquellas golosinas venían en un modesto envoltorio color rojo y amarillo-si la memoria no me falla- y con la imagen de la novia de Mickey Mouse; la simpática ratoncita “MimÍ” Por un extraño maleficio, ese dulce manjar, se ha trocado en algo amargo en la ciudad de Monclova, dónde al parecer humores pestilentes impregnan esa laboriosa ciudad con actos de ineficiencia y corrupción del estilo más burdo, y que pudieran anunciar la punta de un iceberg de colosales dimensiones.


Redondeo. Sigue la mata dando, ahora es David Ortiz, el fuerte cañonero de los “Medias Rojas” de Boston, quien se ve envuelto en problemas por el uso de sustancias prohibidas.