lunes, 4 de mayo de 2009

Deshojando la margarita

Esther Quintana Salinas

Para julio tendremos la primera jornada electoral de este año y en octubre, la segunda. En Coahuila ha sido poco menos que imposible homologar comicios federales y locales, porque no es el sentido común, infortunadamente, lo que priva en este tipo de decisiones, sino el capricho de quienes hasta hoy han tenido en sus manos el control del poder público en la entidad, es decir el PRI.

Su negativa tajante en ese como en otros temas, sigue vigente ¿Hasta cuando? Hasta que la oposición sea capaz de convencer a los coahuilenses de que la alternancia es asunto nodal para el avance de una democracia que hasta hoy sigue enferma de anemia ciudadana.

El PRI tiene décadas decidiendo la vida pública de Coahuila de manera ininterrumpida y eso le ha permitido tejer toda una red de vinculación con los diferentes sectores de la sociedad que usa a discreción, a cambio de prebendas, concesiones, privilegios, componendas, etc., creando con ella toda una cultura de concepción del ejercicio del poder, que forma parte como tal de la idiosincrasia de sus habitantes.

Desmantelar ese aparato, por llamarlo de una manera, no es tarea fácil y si alguien lo tiene claro es precisamente Acción Nacional. Por décadas, el partido que fundó Manuel Gómez Morín en 1939, ha sido el opositor frontal de los tricolores y así somos percibidos por el electorado coahuilense.

Nuestros avances han sido modestos. Hemos logrado en elecciones locales gobernar hasta diez municipios, entre ellos Monclova, Saltillo, Torreón, Frontera, Ramos Arizpe, en más de un período y algunos hasta tres. Pero nunca hemos ganado ni la gubernatura, ni la mayoría en el Congreso local.

A nivel federal nos han pintado mejor las cosas, sobre todo en la elección del 2006 en la que ganamos cinco de siete distritos (nunca antes había sucedido), repetimos en las senadurías, y entre legisladores de mayoría y plurinominales, sumamos 14, amén de que Coahuila le dio al hoy Presidente Felipe Calderón una de las más copiosas votaciones a nivel nacional.

Pero en la local del 2008 no obtuvimos ni una sola diputación de mayoría. He ahí el recuento frío de los resultados. Los electores no acudieron a votar en una elección cantada siempre como desangelada. El sesenta por ciento del listado nominal decidió mandar a paseo a todos los partidos y sus candidatos. El PRI ganó 20 curules y cuatro más que se le han sumado.

¿Cómo votarán los coahuilenses este año? ¿Se repetirá la dosis del 2008? ¿El PRI recuperará los distritos federales perdidos el 2006? La respuesta la tienen los electores, no hay más. Claro que esto sucederá si asumen el ejercicio pleno de su deber cívico y por ende, del derecho que tienen para elegir a quienes quieran como sus representantes.

Las campañas arrancaron apenas el domingo 3 de mayo, así que la historia de los candidatos y los electores recién se escribe. Esperemos que haya altura en el debate y que se privilegien las propuestas por encima de los insultos y las descalificaciones.

Ojalá que los candidatos y candidatas se centren en la plataforma legislativa de sus respectivos partidos políticos y sea la que oferten a los electores, en lugar de estar contestando comentarios y declaraciones de sus oponentes comiciales.

Menuda sorpresa se llevaría una ciudadanía que abomina a la clase política si descubre en esta campaña un mayor nivel conceptual de consideración y respeto hacia el ejercicio del pluralismo social e ideas de la convivencia política. El uso de la verdad y la libertad ciudadana son un pilar imprescindible para todo Estado de Derecho, cuyo destino sin duda es el imperio de la ley y de las instituciones, tan abrumadoramente dañado por quienes debieran ser los primeros en salvaguardarlo.

Quizá entonces pudiéramos encontrar no solamente una forma constructiva de convivencia entre gobernantes y gobernados, sino hasta iniciar un proceso de regeneración de la vida pública. Hoy día somos una sociedad superfluamente informada, pobremente comprometida, apática y adormecida, tanto que la propia clase política se aprovecha de esta realidad, manejando a discreción este desafanar colectivo, y se impone de manera autoritaria y dirigista sin el mínimo sonrojo.

El experimentado oportunismo del partido político que por setenta años dominó la arena política, fundamenta su “causa” en la utilización y la agitación de las “pasiones” sociales, y tras perder la hegemonía en el 2000, “vuelve” ahora con la blanqueada piel de cordero a presentarse ante los mismos que les fastidió la vida, como el salvador imprescindible de un México atribulado por la misma debacle que ellos sembraron en sus décadas de hegemonía indiscutible.

Y en el otro extremo encontramos al sector que tradicionalmente se ha opuesto al descrito, el de derecha, más respetuoso sin duda, pero me parece que aun anclado a la ingenuidad que a ratos se antoja incapaz de combatir con eficacia la absoluta carencia de valores y principios de los “maestros” del populismo y la demagogia, en las que tristemente suelen caer también algunos arrivistas atraídos solamente por el ansia de control y de poder, pero no porque exista comunión partidista. Esto es lo que ha distanciado, en parte, al tradicional votante de la derecha. Se ha desencantado y prefiere quedarse en la no participación.

La derecha tiene dificultad para hacer llegar su mensaje a la sociedad, en términos claros, nítidos. Esto quiebra en gran medida la posibilidad de alternancia en una Coahuila tan hecha al sistema priista de más de setenta años. El PRI no “vende” más que humo, pero se lo compran y sabiendo de antemano que es lo que le están comprando.
El PAN en Coahuila, todavía no ha sabido desmantelar la presencia de un priismo arraigado hasta el tuétano. No ha sabido combatir con eficacia el manipuleo descarado del PRI y su venta de mentiras, que siguen siéndole muy útiles para armar coyunturas y mantener a sus incondicionales de rodillas. El elector sigue percibiendo a un PAN tibio, que no se decide a combatir las mil mañas del septuagenario, con trabajo ordenado, permanente y VISIBLE. Y el juicio es más duro entre sectores bien informados y documentados.

El PAN ha ido enfermando sus fuentes de democratización y debate a nivel interno – que eran sus respiraderos naturales – y descuidó la formación y capacitación de su militancia, que eran sin duda una de sus emblemáticas fortalezas. Se ha ido dejando avasallar por lideretes y “caudillos”, permitiéndoles que sean ellos los que lo dirijan. El miedo derivado en mucho de la dependencia de nómina gubernamental ha acabado por silenciar el otrora espíritu libre del panista.

Se ha ido diluyendo la competencia interna y eso ha dañado al PAN de manera importante, porque lo desdibuja. El PAN no fue concebido como una maquina electoral, sino como una escuela de formación cívica. Para sus fundadores, el partido tenía la grave responsabilidad de ofrecer como candidatos a cargos de elección popular a sus mejores elementos, y sus mejores elementos sólo pueden ser LOS CIUDADANOS.

El PAN de hoy está haciendo esfuerzos extraordinarios por recuperar la riqueza de su tradición partidista y su apego a la mística de sus principios humanistas, porque sin ellos corre el riego de perder su identidad, y el día que eso suceda ya no habrá más partido, sino un amasijo de farsantes que no tendrán nada que ofrecerle a México desde el honroso ámbito de la derecha pensante y racional, con la que se identifican millones de mexicanos, que sin ser militantes, reconocen en la doctrina de Gómez Morín y González Luna la equilibrada actitud de transparencia y lealtad a la nación.

Hago votos porque cada uno de los siete candidatos panistas que hoy buscan una curul en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, no le den espacios al individualismo endomingado y pagado de si mismo, del que están hartos los coahuilenses y que tengan la inteligencia y la visión estadista de llevar como protagonista al partido que les está dando la posibilidad de llegar a servirle a su patria grande que es México y a su patria chica que es Coahuila.

Tremenda tarea que tienen, ya que a la postre la llamada clase política, no es sino el reflejo mismo de la sociedad. Decía el célebre pensador suizo Rousseau: “Cuando la virtud desaparece la ambición entra en aquellos corazones capaces de recibirla y la codicia se despierta en los demás corazones”. ¿Qué decir a estas alturas de los daños que han hecho la codicia y la falta de escrúpulos de muchos y de muchas, en el ámbito de lo público?

Ojalá y pudiéramos hacer un nuevo modelo de liderazgo colectivo, participativo y cohesionado que vaya más allá de las apetencias personalistas y consiguiéramos estar TODOS a la altura del desafío que demanda la defensa de la democracia y seamos capaces de detener el proceso autócrata y nepotista de Coahuila.

Si se logran superar los individualismos, el personalismo y el divisionismo, la democracia renacerá, sino la dictadura nos engullirá.