miércoles, 10 de noviembre de 2010

NUESTRA LÍNEA MAGINOT

Mario Dávila Flores
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, Francia decidió que era necesario establecer un sólido sistema defensivo que evitara una invasión de los Alemanes, bajo esa premisa, en el año de 1922 inició la construcción de un extenso y costoso complejo de fortificaciones a lo largo de su frontera con Alemania. Al terminar los trabajos los franceses hacían alarde de esta monumental obra, que a semejanza del Titanic estaría inmune a cualquier contingencia.
Sin embargo, en 1940 cuando Hitler decide invadir a los galos, su ejército sólo tuvo que rodear la magna estructura para penetrar la frontera y así marchar con asombrosa velocidad sobre París. El error de los franceses fue estratégico, ya que levantaron la línea Maginot bajo el paradigma de la guerra de trincheras; una concepción estática, que ya estaba rebasada por las nuevas condiciones, tales como el uso de la aviación y de las unidades acorazadas.
Recuerdo que a mediados de 2006, cuando se decía que Fausto Destenave, entonces secretario de seguridad pública, tenía intenciones de buscar la alcaldía de Saltillo, impartió una conferencia a los estudiantes de la UTC, de la que recuerdo en particular su afirmación categórica en el sentido que Coahuila, y nuestra ciudad en lo particular estaban debidamente blindadas para evitar la presencia del crimen organizado, flagelo, que como él dijo, azotaba a muchas ciudades del país, incluso algunas tan cercanas a nosotros como Monterrey.
Pasó el tiempo, y ni Fausto Destenave logró ser alcalde, ni el blindaje anunciado resultó cierto, pues tanto en el estado como en Saltillo la inseguridad ha venido en aumento, como lo muestran las noticias que se publican sobre el fenómeno, pues se piensa que no todo lo que ha venido sucediendo en la materia se difunde a través de los medios masivos de comunicación, dejando el camino abierto a los rumores y a la especulación. Hasta hace una semana se podía decir con cierto optimismo, como lo hace “Catón” que Saltillo es otra cosa, y sin negar los muchos atributos que engalanan a nuestra ciudad, la realidad nos indica que Saltillo, era otra cosa; pasamos del verbo presente al pasado.
La terrible tragedia ocurrida la madrugada del domingo 24 de octubre, en la que la madre y dos de sus hijos, menores de edad fueron acribillados a mansalva por las llamadas fuerzas del orden, marca un parteaguas en nuestra sociedad; el tejido social ha sufrido un grave desgarre en sus fibras más íntimas, pues todo indica, hasta donde podemos saber, que fueron los mismos elementos de la Fiscalía General del Estado los posibles responsables de este hecho.
Ante la justa indignación de la sociedad, las autoridades han prometido que se hará justicia después de que se haga la investigación a fondo del mortal atentado, sin embargo, la situación no queda muy clara, cuando la propia Fiscalía viene actuando como juez y parte, pues esta super dependencia, cuyos agentes de un grupo táctico especial son los principales sospechosos, es la misma que está encargada de efectuar la investigación, lo que propicia una razonable desconfianza de los ciudadanos en los resultados de las pesquisas.
Todavía flotaba en Saltillo el olor a pólvora, cuando el miércoles 27 en Torreón, en medio de una inexplicable confusión tiene lugar una balacera entre los mismos cuerpos de seguridad estatales, poniendo en evidencia una absoluta falta de coordinación y preparación entre ellos. Un día después, de nuevo en nuestra capital, cerca del mediodía circularon una serie de rumores sobre supuestos tiroteos—difundidos a través de internet con gran rapidez-- sobre el bouleverd Venustiano Carranza, los que por fortuna fueron falsos, pero que muestran el estado de fragilidad emocional que prevalece entre los saltillenses.
Ante estos hechos, surge entre otras cosas, la urgente necesidad de revisar a fondo la estructura de la Fiscalía, instancia transexenal, que dotada de grandes facultades no ha estado a la altura de lo que siendo un tanto ingenuo se pudiera esperar de ella, y digo un tanto ingenuo, por que la forma en que surgió tal dependencia, parecía obedecer más a consideraciones políticas que las propias de su función, como lo es velar por la seguridad de los coahuilenses.

Redondeo. Algo común tienen George Bush y Andrés Manuel López Obrador
: su afición al besibol.