lunes, 25 de mayo de 2009

LA QUIMERA DEL BLINDAJE

Mario Dávila Flores
La Línea Maginot fue una colosal estructura de fortificación y defensa, construida por Francia a lo largo de su frontera con Alemania e Italia después de la Primera Guerra Mundial, la cual comprendió 108 fuertes principales situados a 15 kilómetros de distancia entre sí, una multitud de pequeños fortines, y más de 400 kilómetros de galerías de concreto, habiendo sido terminada en 1939, después de 17 años de trabajo.

Sin embargo, en 1940 las divisiones alemanas la rodearon y atacaron en la región de Sedán, pues los franceses cometieron el grave error estratégico de haber concebido esta gran obra bajo el esquema de la guerra de trincheras, paradigma que fue rebasado por las unidades acorazadas y la aviación de guerra. La Línea Maginot, pasó a la historia como uno de los fracasos más costosos e inútiles, habiéndose invertido en su construcción 3 mil millones de Francos.


Viendo la fallida experiencia anterior, no tiene sentido el que nos asombremos al contemplar la realidad actual, cuando se nos habla de los famosos y ahora desacreditados blindajes en áreas tan diversas como la seguridad, el empleo y la salud, por mencionar los casos más conspicuos. En materia de seguridad, se nos aseguró que nuestra entidad estaba blindada ante la ola de violencia que asolaba al país; que aquí no pasaría nada, que teníamos el Código Rojo, el C4, y que nuestra policía estaba perfectamente capacitada, contando además con cientos de flamantes patrullas y equipo.

En materia económica, se nos aseguró que se habrían de crear decenas de miles de empleos nuevos durante los próximos años, que la bonanza laboral estaba garantizada, y que ante los resultados de los primeros años, las metas de generación de nuevos puestos de trabajo serían rebasadas. Después llegó la crisis a finales del 2008, y de nuevo se esgrimieron razones para decir que en esta zona de promisión no pasaría nada, que el blindaje económico era a prueba de cualquier recesión, y que las estadísticas indicaban que se habían dejado muy atrás los logros de gobiernos anteriores.

Finalmente, cuando el mes pasado los mexicanos nos encontramos de pronto frente a la influenza, y a medida que la epidemia avanzaba irrefrenable sobre el territorio nacional, expandiéndose sobre el mapa a todos los estados, con la excepción de uno que por destino manifiesto se había salvado del contagio, de lo que nuestros voceros hacían alarde, a pesar incluso de que el cerco viral se estrechaba al aparecer en las entidades vecinas; nada parecía refrenar el desbordado optimismo, hasta contábamos con aparatos médicos que nadie más tenía en México.

La realidad sin embargo, se encargó de cobrar las facturas, y así los blindajes se fueron derrumbando frente al ácido corrosivo de la realidad, al crecer los secuestros, al volverse Torreón una tierra sin ley, cuando en Saltillo se arrestó en medio de una operación ultra reservada, a delincuentes muy peligrosos y violentos que dormían tranquilamente en uno de los fraccionamientos más exclusivos de la ciudad, habiendo quedado vacías un buen número de viviendas en zonas residenciales ante el despliegue del ejército y de las fuerzas federales.

El denigrado blindaje, tampoco ha impedido la enorme descomposición que priva en los organismos de seguridad locales, cuando asistimos a las pugnas cada vez de mayor intensidad entre las corporaciones municipales y las de carácter estatal.

El blindaje económico también se nos derrumbó en todo el estado, con consecuencias de singular gravedad en la Región Sureste, la cual tiene su base de sustentación en la industria automotriz, la que se encuentra en una debacle de pronóstico reservado ante la quiebra consumada de Chrysler, y los nubarrones que cubren el horizonte de General Motors, conocida ahora como Government Motors en Estados Unidos. El resultado es que los empleos que se crearon en los últimos años, no sólo se esfumaron, sino que incluso retrocedieron a los niveles de hace una década.

Finalmente, con el anuncio—ahora sí oficial-de la Secretaría de Salud estatal, de la confirmación de dos casos de influenza, se rompió la tan resguardada virginidad sanitaria de las cual nos sentíamos profundamente ufanos; eso también se vino al traste dejando atrás nuestra pretendida condición de excepcionalidad, la cual curiosamente es una de las características distintivas que surgieron en Cuba a raíz de su revolución.
Como dijo John Lennon: ”The dream is over”; presenciando con asombro el derrumbe de todos los blindajes que se nos vendieron con certidumbre y fe inquebrantables; nuestra Línea Maginot se encuentra destrozada, y ahora somos compañeros del mismo dolor que en un tiempo embargó a los franceses.


Redondeo. “Los Saraperos” hicieron la hazaña; ante el cúmulo de noticias negativas; nos dieron la satisfacción de barrer a los “Diablos Rojos” en el Madero la semana pasada.