miércoles, 4 de marzo de 2009

LA VIDA SIGUE

Mario Dávila Flores

¿Hay vida después de los Madoffs, Stanfords, Slims? ¿El mundo se termina con las noticias de las pérdidas en los mercados de derivados del GIS, Comercial Mexicana, Vitro, etc.? Claro que la hay, y muy vigorosa, pues por apabullante que sea la actual crisis, por fortuna seguimos conservando tradiciones como las levantadas entre sectores populares de la población. Las levantadas son todo un caso, ya que además de sus connotaciones religiosas, tienen un evidente efecto económico.

Veamos el asunto más despacio. Para efectuar las levantadas, que se realizan en febrero de cada año, es necesario considerar los siguientes insumos que deberán ser adquiridos para la celebración de este ritual. Para empezar, en muchos casos la derrama económica comienza un mes antes, con la partición de la Rosca de Reyes, teniendo los participantes a quienes les salga “el monito” la obligación de organizar una fiesta el día de la Candelaria; el dos de febrero, aunque la celebración se extiende a lo largo de dicho mes.

Para empezar se debe tener un nacimiento bien puesto, lo que a su vez implica la compara de todos los accesorios del caso, como serían el pino, las esferas, series, musgo, figuras que representan a La Virgen y San José, el Niño Dios, los Reyes Magos, ángeles, diablos, pastores, animales, etc.., lo que implica un desembolso. Acto seguido, viene lo referente a la comida de la fiesta, la que por costumbre incluye tamales-ahora es un reto conseguir quien los haga bien-buñuelos, salsita, champurrado, y refrescos, por mencionar los más indispensables, sin olvidarnos del consabido “bolo”.

En plena crisis, familias de pocos recursos, se las ingenian para echar la casa por la ventana, organizando unas verdaderas fiestas, en las que gentes de modesta ocupación como las señoras que trabajan en domicilios particulares, cuyos ingresos son precarios. Pero la fiesta es la fiesta, y así, familias pobres, mediante pagos en abonos, han adquirido el pino y-- sus aditamentos--aunque venga importado de los Estados Unidos, para que el ritual adquiera más esplendor, reconociendo que las familias hacen aportaciones entre todos para salir adelante.

El cluster de las levantadas, demanda una cantidad considerable de maíz, para la masa de los tamales, carne de varios tipos, y desde luego la mano de obra para su elaboración, la cual se puede hacer en el mismo núcleo familiar, o bien de encarga a las profesionales en la materia. Además, se consumen cantidades de azúcar, miel, chocolate, frutas para el ponche, por mencionar algunos. Asimismo, son requeridos objetos como velas, bolsitas para los dulces, sin faltar las golosinas que van en su interior. Para todo lo anterior existen negocios muy bien surtidos y además muy prósperos en este cluster.

No podemos pasar por alto, que algo aparentemente tan sencillo como la ropa que viste al Niño Dios, es fuente de negocio y de empleo para algunos comercios, que a partir de retazos de tela, confeccionan los atuendos que cubren estas figuras, siendo que esta clase de empresas acaban de tener una de sus mejores temporadas del año, ya que las ventas de los famosos ropones fueron elevadas.

Lo anterior nos da una idea de lo que está involucrado en esta celebración, la que parece desmentir los escenarios catastrofistas y apocalípticos a los que nos han sometido en los últimos meses los medios de comunicación; no decimos que la crisis sea leve, nada más alejado de eso, pero el ritual de las levantadas nos está diciendo que la vida sigue su curso, y que a pesar de las graves dificultades, en medio de la tormenta que ha pulverizado empleos y fortunas, algunas de ellas, surgidas al calor de la especulación y del llamado dinero fácil, nuestra gente, en especial la condición humilde, no se ha apartado de sus tradiciones, y al ser fiel a si mismos, como decía López Velarde, mantienen el consumo y la economía vigentes.

He tomado como ejemplo las levantadas, tratando de mostrar su impacto en la economía local, el cual desde luego es real, pero esto no agota las demostraciones de consumo de la gente de poco dinero, la que proporcionalmente gasta más que los ricos en sus festejos; incluso me atrevería a decir, que estos últimos son más agarrados para soltar el dinero. Uno pensaría que una vez terminado el mes de febrero, se pondría punto final a las celebraciones y los gastos, ya que a fin de cuentas las levantadas son algo estacional, pero la realidad es que la gente—consumidores y empresarios— ya se prepara para la siguiente oleada; las primeras comuniones, que están a dos meses de distancia, conservando así los flujos de dinero, y manteniendo viva la economía, a pesar del huracán. Como podemos advertir, la vida sigue, gracias a la gente humilde y a su apego por las tradiciones.

Redondeo. Una verdadera demostración de poder ha venido desplegando la selección cubana en sus juegos de preparación para el Segundo Clásico Mundial de beisbol, apabullando sin piedad a varios equipos de la Liga Mexicana.