martes, 13 de enero de 2009

Familias

Del 14 al 16 de este mes, en México se realiza el VI Encuentro Mundial de las Familias, una reunión que se celebra cada tres años.
El Papa convoca a las familias católicas del mundo a un encuentro de unidad, en el que miles de personas de los cinco continentes se reúnen para compartir, dialogar, orar y profundizar en aspectos importantes del papel de la familia cristiana en el mundo actual.
Dios los ilumine en esta ardua tarea.
La familia:
Núcleo primario de la sociedad; célula de la comunidad y origen del grupo humano.
Dentro de la familia, se gesta, nace y se desarrolla la persona, que debe ser perparada para enfrentar los retos de la vida, sin embargo, no hay escuela o universidad que contemple la necesidad de prepararnos para enfrentar esa responsabilidad.
Muy por el contrario, el mundo globalizado que hoy vivimos ha dejado estas responsabilidades en segundo, tercero y hasta en último lugar en su jerarquía de prioridades.
Parir a los hijos y mantenerlos con salud física, bien vestidos y con satisfactores materiales, pensamos que es lo único a lo que nos obliga la paternidad.
Hemos visto con tristeza, que últimamente, el concepto de familia como tal, brilla por su ausencia.
Cuando estudié la teoría de grupos, una de las sentencias que más me impactó, fue que, según Pichón Riviere, "un grupo es un conjunto restringido de personas que, ligadas por constantes espacio temporales, se articulan en una mutua representación interna; se proponen en forma implícita y explícita una tarea que conforma su finalidad, interactuando a través de complejos mecanismos de asunción y adjudicación de roles."
Desde esta óptica, el hecho de que algunos seres humanos, permanezcamos coexistiendo bajo el mismo techo, no garantiza que nos constituyamos en familia.
En la antiguedad, una familia o clan poseía inclusive logotipos y emblemas que al mismo tiempo que los representaban, les recordaban constantemente, la base valoral sobre la que se habían constituído.
Sus blazones tenían un peso muy importante en el desarrollo personal y comunitario. La heráldica era un código perfectamente legible; los símbolos penetraban a través de los sentidos y llegaban al espíritu.
El honor, la palabra de caballero y conceptos de este tipo se han devaluado; cuando mucho, conservamos "mochilerías" que nos atan al qué dirán de una manera irracional.
Ya no guardamos en el fondo del corazón los conceptos fundamentales, los principios y valores universales, como convicciones personales, ya no los hacemos propios, porque perdieron en algún momento su significado profundo. Nos hemos vuelto "analfabetas simbólicos"
El propósito fundamental de nuestras familias debiera ser, cultivar el espíritu de los hijos, para rescatar la certeza de actuar, respaldando nuestras acciones en fundamentos previamente analizados, reflexionados y asumidos con responsabilidad.
Howard Gardner, al publicar los resultados de la invetigación que derivó en el descubrimiento de las inteligencias múltiples, reconoce que una de las más poco fomentadas e importantes es la inteligencia intrapersonal.
Es necesario educar a los infantes en el fomento de la introspección, para que podamos acercarnos a la clásica sentencia "conócete a tí mismo" y así educarlos en la búsqueda de la autenticidad.
¡¡Viva la familia!!