viernes, 24 de septiembre de 2010

Opinar… ¿para qué?

Ma. Isabel Reyna

Ayer supe la noticia a media mañana, cuando me conecté con el mundo: la policía tenía un cerco en el Congreso de la Unión para apresar a Julio César Godoy acusado de tener nexos con narcotraficantes y que pretendía rendir protesta como Diputado Federal por Michoacán.
De inmediato reaccioné ¿cómo? ¿Un delincuente sobre el cual pesa ya una orden de aprehensión pretende ser diputado? Entiendo que su partido lo haya postulado por tener méritos tan importantes como ser hermano del actual gobernador, ignorando (es sólo una suposición) que estaba siendo investigado y que peor aún, el pueblo lo haya elegido como su representante. Pero de eso a tomar protesta y esconderse bajo el fuero constitucional para inmediatamente después hacer declaraciones contra el Gobierno Federal, hay un mar de diferencia, al menos desde mi punto de vista.
Esta mañana abrí los periódicos buscando la nota, algún comentario editorial que me hiciera sentir que no estoy sola en mi indignación, pero no, “la cabeza” se la llevo otra vez el crimen organizado, con el segundo asesinato de un alcalde en Nuevo León en casi un mes. Eso claro, y la inminente final del concurso de Nuestra Belleza 2010 en Saltillo. Al pueblo pan y circo.
La nota aparece en Grupo Reforma en interiores y Reforma lo menciona en el Templo Mayor junto con un magistral cartón de Calderón que muestra al “Mono Jojoy” líder de las FARC en Colombia que ayer fue eliminado, junto con el flamante narco-diputado presumiendo su fuero. En este país vivimos.
No creo necesario ahondar en los antecedentes: el michoacanzo de hace un año, los tropiezos burocráticos que ha tenido la “impartición de justicia”, el lamentable desempeño de la policía que durante más de año y medio persiguió a Godoy sin dar con él, y sobre todo, la vergonzosa toma de protesta de ayer. El ahora ciudadano cobijado por el fuero, estuvo escondido en el sótano del Palacio Legislativo, (como una rata de cuatro patas) en las oficinas de la coordinación general de la fracción del PRD a donde llegó, se asegura, escondido en la camioneta de la diputada coahuilense Mary Thelma Guajardo.
Todo tiene una doble lectura, habrá quien alegue que el pobre Godoy es víctima de un “compló” y de cargos fabricados por el Gobierno Federal para ganar la gubernatura de Michoacán la que, asegura el narco diputado (me encantó el término) pretende la hermana del Presidente Calderón .
Para mi son tarugadas (mi autocensura me impide aún escribir la palabra que estoy pensando). Y luego hay quien me pregunta ¿por qué ya no escribes en el periódico? ¿Cómo para qué? Esta misma semana vi “El Infierno” brillante cinta de Luis Estrada. Después de lo expuesto en la cinta y lo ocurrido ayer en San Lázaro, no queda mucho por decir.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Los hombres invisibles

Gerardo Segura

Un hombre se encuentra con una mujer y por un momento se olvidan del mundo. Ambos carecen de casa, de familia, de alimento, de empleo, de educación escolar, de edad para estar juntos. Pero no importa. Por un momento huyen de cuanto les rodea, cierran los ojos y niegan el desamparo que los hermana; por unos minutos se acercan a la masa amorfa y huidiza llamada Felicidad. Después se separan y nadie asegura que se vean de nuevo. Pero de ese encuentro queda un bebé que al nacer rodará por el mismo suelo que sus padres eventuales; y crecerá, y se verá sin casa, ni familia, ni alimento, ni empleo, ni educación escolar. Y cuando encuentre a una mujer sola, negará que carecen de edad para estar juntos…
Un día este hombre se encuentra con otros hombres iguales, sin empleo, ni casa ni familia ni comida, y descubre que carecen cuerpo y de voz, y nadie los ve ni los escucha. Son los hombres invisibles, son los que se suben a los camiones a cantar, los que limpian parabrisas en los cruceros, los saltimbanquis, los lavacoches, los cargadores, los tragafuegos, los trampas, los inmigrantes; son las putitas, las sirvientas, las limosneras, las madres solteras, las marías. Son las cucarachas que hay que ignorar o hacer a un lado o pisar.
Pero al despertar una mañana tras un sueño intranquilo de doscientos años las cucarachas háyanse convertidas en alacrán. Y se vuelven contra la sociedad a cobrar la factura de la inexistencia; se arman y delinquen y extorsionan y matan. Vienen a reclamar que también son hombres y mujeres, y requieren un espacio y un empleo y una familia y un abrazo de vez en cuando. Y entonces sí los vemos y los señalamos y los etiquetamos y los perseguimos. ¿Qué nosotros, educados, empleados, asegurados, no deberíamos perseguirnos primero y acusarnos por ceguera social, y castigarnos por soberbia civil?
Los hombres invisibles, las cucarachas-alacranes son nuestra deuda social. Creo.
chancla55@hotmail.com

viernes, 3 de septiembre de 2010

Germán Dehesa Hoy también toca

María Isabel Reyna

Gracias al servicio de reforma.com en tu celular, ayer supe la noticia de la muerte de Germán Dehesa antes de las 7 de la noche, esto es, aproximadamente media hora después del acontecimiento.

Germán ha sido durante 17 años parte de mi vida (como Liverpool, pero del lado inteligente y racional) sus artículos podrían ser buenos o malos, divertidos o de bostezo, pero casi nunca dejaba de leerlo. Desde que cerró Palabra dejé de leerlo a diario, pero vía electrónica de repente me pasaba media tarde leyendo sus columnas. El pasado martes cayó en mis manos el periódico que publicaba actualmente su columna y leí “Las jirafas del silencio”, que sería su penúltima colaboración.
Se puede decir que en Grupo Reforma Germán empezó como los buenos, desde abajo, aunque esto no sea puntualmente correcto. Ya era colaborador de El Norte, pero en 1993 empezó en Reforma vendiendo periódicos en la calle, junto a los directivos que salieron a vocear para enfrentar el boicot de los repartidores del DF. Sólo que él no era un simple voceador, se llamaba a sí mismo “ba-voceador”. Era genial.

Siempre lo consideré un hombre muy atractivo. “¿pero cómo atractivo?”, me decían algunos compañeros de Palabra. Y ante su sorpresa algunas compañeras compartían mi opinión. Y es que él tenía el mejor maquillaje que puede tener un hombre: inteligencia y sentido del humor, aderezados con una sencillez grandiosa, esa que sólo tienen los verdaderos grandes. En varias ocasiones contestaba los comentarios que le mandaba por e-mail, y tuve la fortuna de compartir inolvidables veladas en La Planta de Luz, donde mezclaba su ingenio con su talento artístico. Algunos puristas del estilo periodístico no estaban de acuerdo con su manera de escribir sus colaboraciones. Lo citaban junto con algunos otros como el más claro ejemplo del anti periodismo de opinión. Y no les faltaba razón, pero actualmente es muy difícil encontrar en los diarios ejemplos que se ajusten a la definición del estilo del género de opinión. Al menos, los lectores masivos suelen seguir a quien maneja un estilo suelto, ligero y jocoso que brindaba la oportunidad de analizar los acontecimientos nacionales con inteligencia y humor. Muchos de los que hemos tenido la oportunidad de publicar un texto en las páginas editoriales hubiéramos querido tener al menos un pequeño fragmento de su talento e ingenio.
Murió en su casa, rodeado por su familia. Este es el artículo donde la semana pasada apenas hizo pública su enfermedad.
Un fuerte abrazo para Germán Dehesa, siempre vivo en nuestra memoria


Germán Dehesa
25 Ago. 10

Creo que no les he contado que estoy enfermo, seriamente enfermo. Tengo cáncer, pero hasta ahora la enfermedad no me ha producido ningún dolor insoportable. Trato de vivir sobre las puntitas de los pies, pues en mis delirios, imagino que si casi no hago ruido, la enfermedad no se va a percatar de mi presencia y me permita colarme a la vida que es a donde me gusta estar. Como quien dice, mi vida es casi secreta y su único nuevo rasgo que yo detecto es la impaciencia. Así pues, no tiene ningún sentido que me saluden de lejecitos, ni que me saquen la vuelta, ni ninguna patochada de ésas. Nadie tiene idea de cuándo será la terminación cronológica de mi vida, pero calcula la ciencia médica que esto ocurrirá hacia los finales de este año. Espero distribuir generosamente entre el personal médico billetes de muy alta denominación, de modo que este plazo se vaya ampliando, por lo menos, hasta 2020. Si se puede obtener más, ahi lo dejo en manos del gobierno. Tengo mucha confianza en que nuestra burocracia acuse recibo de la solicitud en 2018, lo cual nos da margen para seguir resollando. Lo que desde ahora les puedo asegurar es que, mientras pueda yo menear la pluma y no comience a decir puros despropósitos y marihuanadas, aquí me tendrán siempre a sus canijas órdenes y a sus pies, si no les rugen, como solía decir la inmortal Borola Tacuche de Burrón.

Me molesta casi tanto como a ustedes, este tipo de artículos donde tengo que ponerle luto a mis palabras y no sacarlas a pasear para que se asoleen que es lo que a mí más me gusta; pero dibodobadito, tarde o temprano los médicos logran llevarte a sus terrenos y ahí es la de no te entumas y no le saques, manito. Por esas latitudes transito yo en la actualidad. Me entusiasma saber que, gracias al talento de sus madres, mis hijos son gente de bien, con buena orientación en la vida y totalmente a la guapachosa altura de su herencia veracruzana. Todos son estudiosos, trabajadores y con magnífica inteligencia que, donde primero y mejor se muestra es en el buen humor que los cuatro manifiestan, caiga quien caiga.

No me estoy despidiendo. Yo espero que falte mucho como para que ocurra algo tan ingrato. Como en el teatro, esto es apenas la primera llamada, primera. Ya sé cómo se las gastan los lectores de por aquí y no me sorprendería que, a la vuelta de unos días, me tope con gente que diga que, el mero día del Bicentenario me voy a suicidar en el Zócalo gritando leperadas en contra de un gobierno y de un sistema que premia cada vez más a la idiotez y no suele ser justo con la inteligencia. No, yo no voy a hacer nada de eso para celebrar o denostar a este sistema del que, por lo demás soy miembro activo y no quiero jamás dar la impresión de que me doy de baja. Lo que sin duda ocurrirá es que el sistema me dé de baja a mí, pero ése ya es otro cantar.

Voy terminando. Este artículo y sólo este artículo. Yo tengo que guardar reposo por algunos días, pero muy pronto volveré a vestir mi uniforme azul y oro y a sembrar el pánico por todas las canchas de la República. Ahí me los encontraré. Mañana nos vemos. ¿Entendido?.


¿QUÉ TAL DURMIÓ? MDCCCLXXVII (1877)

¿Alguien ha visto a MONTIEL?. Cuando lo pierdo de vista, me viene como el soroche.