María Angélica Aguirre Carreón
No fue sólo el clamor de unos cuantos. Hubo un grupo organizado de la sociedad civil, que se opuso decididamente. A ese grupo me honro en pertenecer, se llama "Rescate" Hemos luchado y seguimos haciéndolo, por conservar lo nuestro.
Hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos, para tratar de impedir ese ecocidio. Sabíamos que los árboles que habían crecido con Saltillo, no sobrevivirían al embate del progreso. No entendíamos entonces y seguimos sin entender, cómo habiendo tantas áreas de terreno libre en esa zona, tenía que gustarles ese pulmón, que además encerraba historia y tradición.
Pero menos entendíamos cómo se habían conseguido los permisos, sin embargo, era un hecho. Acudimos a todas las instancias...
Hablamos con las autoridades que tenían en sus manos evitar la catástrofe, pero ganó la burocracia ¿o los intereses tan fuertes que se estaban moviendo? -No fuimos escuchados; el propio Héctor Franco, que ahora quiere que los Saltillenses le reconozcamos su labor ecologista y le premiemos con el voto para ocupar una curul en San Lázaro, dijo que no había riesgo, que ellos como expertos ya habían tomado las medidas necesarias y que la tienda que en su publicidad se ostenta como empresa de responsabilidad social, protegería el tesoro verde. Que ciertamente, se tumbarían algunos árboles para la construcción, pero que cuidarían de reponerlos en las áreas donde fuera posible y el resto serían tratados con cuidado.
De sobra sabíamos que no iba a ser posible, pero luchábamos contra una maquinaria inamovible. Creo que los únicos nogales que quedarán al fin serán los de su logotipo.
En la prensa local, el 27 de enero pasado, se publicó la noticia de una multa calculada en poco más de un millón y medio de pesos, que la Semarnac impuso al Centro Comercial, ya que pudo constatar, que en mayo de 2008, habían muerto por lo menos 27 nogales adultos, de los pocos que quedaron después de la lamentable tala que se hizo al construir el complejo.
Todavía, se dieron el lujo de interponer un recurso de revisión, luego que las evidencias no podían ser más claras.
Durante estos días, se han visto trabajadores en el área de estacionamiento, sembrando incipientes arbolitos que ojalá puedan desarrollarse, aunque lo dudo, porque siguen cometiendo los mismos errores que ya se les señalaron. Los pobres arbolitos están asfixiados entre el pavimento, no se les deja el espacio que requieren. Si los árboles maduros no pudieron con la contaminación y las condiciones imperantes, estos pobres indefensos retoños será muy improbable que superen las adversidades del ambiente.
La verdad, quisiera equivocarme, No me gustaría de nuevo decir "lo advertimos"
¡Pobre Madre Naturaleza! ¡Pobre Planeta Tierra! ¡Perdónanos porque todavía no entendemos que esto es un lento suicidio colectivo!