domingo, 19 de abril de 2009

De regreso en el Jardín del Edén

María Isabel Reyna


En alguno de los primeros años de la educación primaria nos enseñaron lo que es la fotosíntesis y su importancia. Los vegetales toman el bióxido de carbono del ambiente, lo procesan en su interior, con la clorofila y la luz del sol y, tras alimentarse, regresan al medio ambiente oxígeno. Este sencillo procedimiento es la clave para explicar la vida en el planeta Tierra.
Recuerdo que cuando tomé esa clase, tuve la sensación de estar descubriendo algo realmente importante, sólo equiparado, tal vez, a la emoción que sentí en preescolar al llegar a la última página de “mi cuaderno mágico” y descifrar el mensaje final: “cuando llegues a esta página ¡felicidades!,ya sabrás leer”.
Después supe, ya en secundaria, que cuando el planeta estaba totalmente cubierto de agua, unos pequeños microorganismos empezaron a producir oxígeno y tras muchos miles (¿millones?) de años, surgieron áreas secas en el planeta y la vida evolucionó hasta el día de hoy.
No recuerdo haber tenido una sensación parecida a la descrita hasta hace unos días cuando visité Cuatro Ciénegas y descubrí unas pequeñas burbujitas surgiendo de las orillas blanquecinas de una poza de transparente agua. “son los estromatolitos produciendo oxígeno”, me explicó Manuel, un atento funcionario de las oficinas de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Sentí como si hubiera viajado 3 mil millones de año al pasado para atestiguar de primera mano el misterio del origen de la vida en el planeta.
Algo similar, toda proporción guardada, debió haber sentido el doctor W. L. Milnckley, conocido como “el doctor Mink” quien en 1958 viajó a Cuatro Ciénegas con un grupo de profesores y alumnos de biología de la Arizona State University a realizar algunas prácticas y se dio cuenta, por primera vez, del misterio que encerraba este lugar conocido como el acuario del desierto.
Durante meses que duraban sus visitas, él y su equipo acamparon en cuevas de valle y a lo largo de 40 años dejaron establecido que en este valle las aguas surgieron a la superficie a través de grietas profundas a lo largo de millones de años, permitiendo que evolucionara en uno de los ecosistemas desérticos más diversos del mundo.
El Doctor Mink murió en el 2001 a los 65 años de edad y es uno de los fundadores de Desert Fishes Council y sus cenizas se esparcieron en el valle al que dedicó su vida. Incluso una de las muchas especies endémicas del lugar lleva su nombre, Herichtis minckleyi. y es conocida como “la mojarra de Cuatro Ciénegas”.
El es sólo el primero de una larga lista de científicos de todo el mundo que han acudido desde entonces a este lugar a estudiar el origen de la vida Organizaciones no gubernamentales, como Pronatura, y Profauna, universidades como la UNAM y la UAAAN, así como centros de investigaciones y organizaciones internacionales como Desert Fishes, la Unviersidad de Arizona, la Nasa y el Fondo para la conservación de la vida salvaje (WWF) entre otros, conjuntamente con autoridades de los gobiernos federal y estatal, están haciendo una gran labor para, conjuntar lograr el desarrollo sustentable del sitio sin excluir al ser humano del sitio, como se hace en la mayoría de las zonas naturales protegidas en otros países.
Aquí se trata de que los habitantes del lugar y los turistas aprendamos a valorar y conservar la riqueza natural del sitio, para que la recreación y el aprovechamiento se den sin destruir los tesoros naturales que se tienen. Más de 200 pozas de agua tibia, transparente y rica en especias endémicas, tanto vegetales como animales, las terceras dunas de yeso más grandes del mundo con un grado de pureza del 98% que las hace las más importantes, son solo algunas de las muchas atracciones del lugar.
Largos y muy interesantes artículos podrían escribirse sobre este tema, pero no hay nada comparado como acudir al sitio y, cumpliendo con el código del visitante responsable que te dan a conocer los guardaparques desde que llegas, disfrutar en primera mano de la inigualable experiencia de viajar en el tiempo hasta el verdadero jardín del edén.

3 comentarios:

  1. Fotosíntesis, le pasa a Petalina cada 28 días entre unos cólicos que espantan a don Ramirito.

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  2. pooobre Petalina
    dile que se unte polvito de motrin disuelto en agua en las raices pal dolor!!!!

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  3. Con razón Don Rami se la lleva al parque, bajo el árbol, para surfear las horas con ella.

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