lunes, 18 de mayo de 2009

Primavera con una esquina rota

María Isabel Reyna



Esta es, sin duda, la primavera con una esquina rota. Nos quedamos sin la presencia física del poeta. Sin embargo, a mi no me da tristeza la muerte de Mario Benedetti, ese viejo de grandes bigotes y ojos claros que me enseño los horrores de la tortura y la dictadura uruguaya. Con Pedro y el Capitán aprendí a escandalizarme de lo que era capaz de hacer un ser humano. A mis veinte años, en la inocencia de haber vivido en un país donde los horrores siempre pasaban lejos de casa (porque ví el 68 desde la nube rosa y azulada de mi cielo de niña de 10 años), de pronto empecé a escuchar que algo estaba pasando en la parte sur del continente, me percaté, como diría Benedetti en otro de sus poemas, de que el sur también existe. El sangriento golpe militar en Chile que derrocó a Salvador Allende, y las varias dictaduras de América Latina los viví desde mi pupitre en la UNAM con la siempre inseparable compañía de los libros de cuentos, poemas y novelas de Mario Benedetti
Como muchos, me enamoré por primera vez leyendo sus poemas: Corazón coraza, Los formales y el frío, La noche de los feos, No te salves,Libertad…, tantos y tantos libros que leíamos tumbados en los jardines de la Universidad, haciendo como que analizábamos la semiótica del texto con el pretexto de deleitarnos con la poesía y el maestro Daniel Prieto, latinoamericano en el exilio como tantos otros, nos dejaba hacer, sabiendo tal vez que era más importante en nuestra vida, sumergirnos en la profundidad de los poemas de Benedetti, que aprender a distinguir trucos de la semiótica y la semiología.
Yo no lamento la muerte de Mario Benedetti a los 88 años. Desde hace tres años seguía las notas que informaban de sus repetidas visitas al hospital y la evolución de sus males. Mientras en mi casa mi padre de la misma edad vivía su propia agonía entre mis brazos, yo leía en el periódico del estado de salud del poeta y le pedía a Dios que se acordara del par de ancianos que anhelaban morirse. Mi padre lo logró en diciembre, el domingo, tocó el turno de emprender el vuelo a Mari Benedetti que desde hoy y para siempre, vive en su obra .
El periódico decía que no tuvo descendientes. No estoy de acuerdo. Todos quienes alguna vez hemos leído sus novelas, hemos llorado con sus versos, cantado con Serrat, Nacha Guevara y tantos otros, de alguna manera somos sus descendientes.
Si te quiero es porque sos
Mi amor mi cómplice y todo
Y en la calle, codo a codo
Somos mucho más que dos
Somos mucho más que dos.

Tus manos son mi caricia,
Mis acordes cotidianos,
Te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.

Si te quiero es porque sos
Mi amor mi cómplice y todo
Y en la calle codo a codo
Somos mucho más que dos
Somos mucho más que dos.

Tos ojos son mi conjuro
Contra la mala jornada
Te quiero por tu mirada
Que mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía
Tu boca no se equivoca,
Te quiero porque tu boca,
Sabe gritar rebeldía.

Si te quiero es porque sos
Mi amor mi cómplice y todo
Y en la calle codo a codo
Somos mucho más que dos
Somos mucho más que dos.
Y por tu rostro sincero,
Y tu paso vagabundo,
Y tu llanto por el mundo,
Porque sos pueblo te quiero.

Y porque amor no es aureola,
Ni cándida moraleja,
Y porque somos pareja
Que sabe que no está sola
Te quiero en mi paraíso
Es decir que en mi país
La gente viva feliz
Aunque no tenga permiso

Si te quiero es porque sos
Mi amor mi cómplice y todo
Y en la calle codo a codo
Somos mucho más que dos.

2 comentarios:

  1. otro sublime del gran poeta, muy bien musicalizado, por cierto, por pablo milanes:

    Yo no te pido que me firmes
    diez papeles grises para amar
    sólo te pido que tú quieras
    las palomas que suelo mirar.

    De lo pasado no lo voy a negar
    el futuro algún día llegará
    y del presente
    qué le importa a la gente
    si es que siempre van a hablar.

    Sigue llenando este minuto
    de razones para respirar
    no me complazcas no te niegues
    no hables por hablar.

    Yo no te pido que me bajes
    una estrella azul
    sólo te pido que mi espacio
    llenes con tu luz.

    in memoriam.

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  2. Este es el mas indicado par tí Isa querida:

    Hagamos un trato

    Compañera,
    usted sabe
    que puede contar conmigo,
    no hasta dos ni hasta diez
    sino contar conmigo.

    Si algunas veces
    advierte
    que la miro a los ojos,
    y una veta de amor
    reconoce en los míos,
    no alerte sus fusiles
    ni piense que deliro;
    a pesar de la veta,
    o tal vez porque existe,
    usted puede contar
    conmigo.

    Si otras veces
    me encuentra
    huraño sin motivo,
    no piense que es flojera
    igual puede contar conmigo.

    Pero hagamos un trato:
    yo quisiera contar con usted,
    es tan lindo
    saber que usted existe,
    uno se siente vivo;
    y cuando digo esto
    quiero decir contar
    aunque sea hasta dos,
    aunque sea hasta cinco.

    No ya para que acuda
    presurosa en mi auxilio,
    sino para saber
    a ciencia cierta
    que usted sabe que puede
    contar conmigo.

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