lunes, 27 de julio de 2009

LOS DILEMAS DEL PRI

Mario Dávila Flores
Triunfador indiscutible de las elecciones intermedias, el PRI ha venido a reiterar el viejo concepto de la circularidad de la historia; estamos muy lejos de la concepción lineal y ascendente del devenir humano, noción que tenían muy clara nuestros antepasados, y que fuera reiterada entre otros por Octavio Paz en sus ejemplares ensayos sobre México y sus habitantes. El partido que gobernó durante 70 años había sido castigado por los electores al perder la Presidencia de la República en el año 2000, pero ha vuelto con fuerza, lo que implica una serie de dilemas que deberá enfrentar.

La situación actual es inédita, en el sentido de que tendremos un Ejecutivo del PAN y un Legislativo dominado por el PRI y sus aliados, hay que recordar que en 1977 la correlación de fuerzas era diferente, pues entonces el ex Presidente Zedillo gobernó sus últimos tres años con una Cámara de Diputados en la que por vez primera su partido no detentaba la mayoría, habiendo sufrido el rechazo de una reforma energética que pudo haber sido de gran utilidad para el país, la cual fue bloqueada por el PAN.

El resultado electoral más contundente del pasado cinco de julio, tiene su expresión máxima en la nueva correlación de fuerzas en el Congreso, y es en este punto en el cual se materializa la victoria del PRI, pero que también constituye su principal dilema, pues ante la sociedad los priistas tiene en sus manos la agenda legislativa; como dijera Vicente Fox: el Presidente propone, pero el Congreso dispone; sabias palabras que naufragaron en aquel océano de incoherencias y frivolidades.

Como todos sabemos, el 1 de septiembre se inauguran los trabajos de la próxima legislatura nacional, y ya se encuentra a la vuelta de la esquina, o si usted lo prefiere, en la puerta de salida un toro de lidia de más de 500 kilos y las astas bien afiladas, todo bravura, perteneciente al predio denominado la Hacienda Pública famosa por su crianza de bureles muy fuertes y complicados, y el espécimen que en esta ocasión acapara la atención lleva por mote el de “Reforma Fiscal.”

El contexto que precede esta batalla muestra un año 2010 sumamente complicado en materia de finanzas públicas, entre otros factores por el desplome sistemático de nuestra producción y en consecuencia de las exportaciones petroleras, a lo que habría que sumar la ausencia de verdaderas reformas que permitan mejorar nuestra competitividad, a través de una mayor productividad. El 2009 lo vamos a librar con recortes, saliendo a flote gracias a las coberturas petroleras que se contrataron oportunamente, sin embargo son eventos aislados, irrepetibles, de ahí la urgencia de las reformas.

Están pendientes las reformas de carácter laboral, la económica, para acotar los monopolios y así ser más eficientes, y la fiscal, que parece ser la prioritaria. El reto es transformar sustancialmente la estructura hacendaria, siendo requisito para ello, ampliar la base de contribuyentes, pues no es posible que sólo el nueve por ciento de los mexicanos paguemos impuestos; ningún sistema puede funcionar sobre base tan restringida. De ahí la necesidad por un lado de eliminar todas aquellas excepciones al pago de impuestos, que con diversas justificaciones nos asfixian impidiendo un crecimiento más dinámico de la economía.

Hay que recordar que todo el entramado fiscal no nació ayer, se trata de un fenómeno que data de los tiempos del poder absoluto del PRI, de modo que existen compromisos y complicidades difíciles de ignorar, sin embargo, es un hecho que si queremos retomar la senda del crecimiento tendremos que ser capaces de reformar el sistema actual, pues no hay soluciones mágicas, y el expediente de volver a recurrir al déficit público está definitivamente cancelado.

Una reforma de esta naturaleza implica decisiones en ocasiones no muy populares y dolorosas, puesto que se afectan intereses muy arraigados. En un mundo ideal, la mejor reforma sería aquella que legalizara el impuesto único-la llamada Flat Tax-es decir se trata de implementar un solo impuesto sobre el ingreso total de las personas, tanto físicas como morales; por ejemplo de un 19 por ciento parejo para todos, lo que entre otros efectos implicaría una enorme simplificación en la complicada estructura fiscal.

Aquí está el reto; ampliar la base gravable; que más mexicanos paguen impuestos, y dejar de hacer caer la carga impositiva sobre los causantes cautivos. En este sentido, será el PRI quien tenga la última palabra, midiendo los costos y beneficios de su decisión. Ese será su principal dilema en el corto plazo, existen otros sobre los que podremos comentar en próximas entregas.

Redondeo. La semana pasada Mark Buehrle lanzador de los “Medias Blancas” de Chicago logró la hazaña del juego perfecto. Las estadísticas indican que en promedio esto sucede cada siete años en las Ligas Mayores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario